Liar

Te extraño y no es un secreto,

Me dejas sola y eso es un hecho,

Te traicionas en cada acción,

Te abrazas al error,

Y a mi me dejas sola en la lluvia.


Tú solo te haces llorar y me mojas,

Con tu tristeza me envuelves en sábanas rotas,

Que no abrigan nada, que enredan todo.

¿Será que todo tienes que transformar?

Lo que da calor en frío,

Lo que da consuelo en fastidio.


Y podría estar horas quejándome de ti,

Pero seguirá pesando siempre el saber,

Que muy dentro mío te quiero más,

De lo que me gustaría haberte querido.


Muchas veces tenemos al lado,

A quién nunca dejamos de amar,

Y estamos tan lejos de que nos pertenezca.

Y sin embargo para correspondernos estuvimos siempre,

Para entendernos sobraron palabras,

Pero sobre todo sobró rutina en el destino de los sentimientos,

Cuando decidiste irte con mi promesa en tu boca,

Y tu adiós enterrado en mi pupila.


No puedo pedirte que te quedes a mi lado quizás,

Pero todavía me atreveré a preguntar

¿Qué pasó con esa efusividad de regalarse

En cada segundo de cada día con alegría y mera devoción?

Que pasó con el afecto?

Que tormenta lo aplastó?


Y si la respuesta llegara a mí,

Quizás tranquilizaría un poco,

Este río caudaloso,

Que me sepulta en lo profundo,

De una incertidumbre que ni respirar,

Me deja.



Me dejas.

Pesadilla

Una vez más se despertó agitado, sudando y conmocionado ¿Cuántas veces se despertaba así, incluso dentro de sus sueños? Había perdido la cuenta y junto con los números, la austucia para diferenciar realidad de sueños. En verdad ya le daba casi igual si estaba soñando o no, ambos planos ofrecían no más que dolor. Había días que solo se levantaba por miedo. Esa era la única diferencia con la realidad, sus sueños lo aterrorizaban. Pero siempre había sido así...

Por lo menos desde la muerte de su único hijo, cuándo había quedado completamente solo, ya sin siquiera familiares, ni amigos. Solo le quedaba una fiel criatura.

El sueño se repetía siempre, una y otra vez. Sin embargo, nunca lo dejaba conocer el final. Era una rutina, soñar con despertarse, e ir en carroza al sueño volando. Pero por el contrario de su apariencia, no era un sueño agradable, porque él estaba huyendo...huía del hombre de negro, que siempre callado, iba tras él.

Esa mañana al despertar se lavó la cara y salió hacia el Almacén a trabajar. Los días, los años, la tristeza y la soledad le pesaban en el cuerpo y mientras que avanzaba la luz se iba achicando, hasta que llegó a ser sólo un punto. La negrura que rodeaba al punto entonces, se tranformó en un traje y el punto en un rostro. Lo había venido a buscar.
Comenzó a correr, trató de escapar y despertar, pero esta vez no sería posible.
La muerte lo tenía en sus manos.

Ahora iba por la nieve (o eso creía) en un carro arrastrado por caballos. Sintió quen la tierra se salía de su órbita y se alejaba cada vez más y más del sol, en ese instante pensó en la vida...y como se apagaba.

Cuándo despertó, su cuerpo estaba helado. Pero halló consuelo por que un ser piadoso cuidaba su cadáver.

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