Consigna Número Doce: Escribir textos literarios a partir de la audición de distintas audiciones musicales.

Dame un último
suspiro
aunque no sea
de tu boca

mírame
una última
mañana
aunque pierdas
tu amanecer

acaríciame
aunque te corte
la piel seca de
mis húmedos
ojos

espérame
bajo la rama
de cualquier olivo
que solo vos y yo
entendemos por qué

quiéreme
porque aunque
insistas en que yo
no debería quererte,

yo sigo suspirando
y te miro, y te acaricio
y te voy a esperar
hasta que no haya olivos.

Consigna Número 11: A partir de las preguntas y respuestas de la Consigna Número 10 elaborar un texto literario

¿Para qué queremos sonreír? A veces escucho que muchos dicen "para ser fuertes" "para ser felices". Pobres demonios que se consumen en su propia ignorancia de una falsedad iminente. Si sonreímos es porque la sonrisa es demasiado fuerte como para contenerla. No tiene una función, no tiene un para qué. Es un fin, feliz, en sí misma, se termina con el gesto, se prolonga en el impacto. Esta respuesta es típica de las personas -o más bien, de estos tristes demonios- que aman la aventura del mar y sus horizontes, pero lo enfrentan en una canoa, bordeando los abismos naturales que posee la vida en su mirada.
Todos añoramos los tiempos aquellos, donde no hacía falta más que una escalera, para trepar a los escondites lejanos que se esconden en las copas de los árboles disfrazados con risas de niño; para revivir aquel frenesí loco, que nos tenía expectantes y alegres. Tiempos aquellos donde abundaban las sonrisas. Así como el agua se mueve porque es la única que escucha la melodía que cantan los segundos y se mueve a su compás; deberíamos dejar la pesada melancolía que arrastra este tango viejo, y salir a encontrar los frutos que ofrecen los obstáculos y esta nueva vida de crecimiento. Sí, hay que salir a vivir, para así descubrir, día a día, nuevas y delirantes razones, que en nuestra experiencia propia comprueben la irrefutable e innegable gracia que nos otorgó la vida al transitar el camino de nuestras venas. Quizás deberíamos hacerle caso a nuestros ojos, que se mueven persiguiendo realidades. O quizás justamente allí está el error del ser humano, que mucho ve, pero poco oye, y mucho se olvida de sentir. Si escuchásemos nuestra propia voz todo el tiempo, nuestro eco, solo revolveríamos fantasmas, retrazos de un espejo roto. Escuchar la voz de otros es conocer nuevos mundos, nuevos horizontes. Es dividir pasados para sumar un futuro. Es hacer una guerra de ideas para forjar un edificio culto. Escuchar es ver en el otro lo que nos sobra, lo que nos falta, y lo mejor de nosotros.
De todas formas, aun así sonriendo, aun así viendo y escuchando, todo estaría perdido si no amásemos. El humano -tanto como el demonio- debe amar para sentir que la vida no le aprieta tanto, que el dolor tirnr fecha de vencimiento, que no tiene que estar solo, que puede elegir, que puede vencer y fracasar, que puede porque poder es amar y sirve hasta para con el tiempo, de tanto amar lo bello, apender a amar aquello que más se aborrece. Que se ve a fuera y se tiene dentro. Amar para poder existir, para estar tranquilo que hay algo que vence, que es más fuerte y que no se acaba.

Todos escribimos por distintas razones. Algunos escriben para hacer serenatas de amor, para seducir. Otros escriben para descargarse, para plasmar sus ideas. Otros escriben para no olvidarse de descubrimientos, de metas personales. Pero al final, todos terminamos escribiendo, para sacar nuestros demonios de adentro.

Consigna propuesta por Luchi

Ella,
Una niña mimada,
Torpe,
Escandalosa,
Caprichosa.
Una cortesana, en época avanzada,
Pero reprimida.
Una terca,
Lengua con patas,
Insoportable.
Una ignorante.

Él, un porfiado,
El chicle que se te pega en un recital,
La borra del café,
Una tormenta de ilusiones,
Que mueren con ver el sol.
Un hipócrita,
Malhumorado,
Malagradecido,
Inconsistente.

Por último,
La reina sin cabeza,
El árbol sin raíz,
Un alcornoque en una casa de maíz.
Sin gracia y con desgano,
El ser más retorcido y repugnante,
Aunque poco importante,
Insaciable,
Yo.


Fecha: 28/06/2012

Consigna Número Seis: Identificar con un objeto o con un animal al compañero que fue elegido mediante sorteo

Es un ave singular.
Definitivamente es un ave poco vista. Es alto y grande, lo cual llama la atención ya que la mayoría de su clase suelen ser pequeños y escurridizos, casi imperceptibles. Él al contrario, expone un plumaje de refinamiento y elegancia. Posee un aire serio y un par de ojos más tras los que esconde su humor, y quién sabe qué tantas cosas más.
                  A veces a uno le da la impresión de que está un poco resentido, porque aun así teniendo dos alas gigantes, no puede volar. Como si por ser diferente lo hubiesen excluido y él, en su exclusión, hubiese descubierto su grandeza. Pareciera como si hubiera creado un hueco, al que pocos pueden entrar, donde sumerke su cabeza, con todos sus pensamientos, todas sus ideas.
 Sin embargo, al final es sólo un chiste, una broma simple pero bien armada.
                                                                                                                   Había una vez...truz.


Fecha: 21/06/2012

Consigna Número Dos: A partir del nombre, realizar las actividades que se proponen

Cadenas que me apresan ¿Quién les pidió un destino? ¿Con qué derecho te imponen o anticipan una cualidad? Porque al final, qué le importa a uno si Dios lo eligió, si lo consideran amable o trabajador, si da esa impresión.
¡Qué insulsos! ¡Qué carentes de sabor si se dejan llevar por la historia que acarrean sus nombres! Belleza es la de aquel que puede hacer de una palabra una historia, de una hoja, tanto un vacío como una esperanza.
Talento innato es el de aquél que puede encerrar en un pedazo, en una moneda cualquiera, el más profundo deseo, o el recuerdo más vivaz, paraque asi este inerte cuerpo cobre un simbolismo único e irrepetible. Valiente, es aquél que se anima a vivir lo que ni otros, ni Dios, planearon para él.
            Porque al final, no se trata de qué significa nuestro nombre, sino de cómo se agita el cuerpo de las personas cuando lo oyen pronunciar.

Fecha: 03/05/2012

Consigna Número Uno: Elaborar un texto literario en prosa o verso sobre un tema a elección

Vos no me podés decir quién soy. Simplemente porque vos, sos yo. Y si yo estoy tan confundida ¿Cómo iban a entenderlo? (Cuando se lo dije al hombre del guardapolvo blanco, aún retenían su sentido mis palabras). El problema, que no es perseguir porque eso a mí no me molesta, son las afirmaciones. Sí, ya sé que son los demás, que es constradictorio, que no debería importarme. Pero acá, porque es un lugar secreto, porque puedo estar tranquila conmigo y porque ahora en este cuartito blanco de cortinas me dejaron sola, me permito admitir el dolor.
      La cosa es que Hesse, tenía razón. Yo también creo que hay un poco de demonio, y un poco de ángel, un poco de lobo estepario y un poco de humano en nuestras almas (que de todas sus bifurcaciones y enigmas, sólo registramos una vaga impresión).
No me tengo que olvidar de compar una máscara mejor. Cuando salga de este hospital o clínica va a ser lo primero que haga. Tiene que ser como la de Dylan Thomas. Sé que de conseguirla, me haría viento. Porque me protegería de mí ¿O de vos? da igual, el tema es que me escurriría entre las personas sin que me percataran. Una pieza más del cuadro en su lugar. Una pieza libre en su censura de soñar, libre de tener sus secretos, de sacar al lobo a pasear junto al ángel y dejar que el humano conozca al demonio. ¡Libre de equivocarme! ¡Libre de la culpa! Y sólo dueña de mi tiempo, conocedora de mis rincones, amante de mis delirios.
El señor vuelve a entrar y yo le digo ¿O vos le decís? Que Hesse tenía razón...

Fecha: 19/04/2012
Mares turbios que
se agitan esta noche
y traen de tierras
que yo creía olvidadas
las creía inventadas
escombros.

nunca me hizo
bien revolver
suspiros.

tu nombre
no me toca
no me hiere
no me alcanza.

tu nombre
es solo un sonido
letras
palabras

el problema
son las olas
que sí me tocan
sí me hieren
sí me alcanzan
y yo las revuelvo

las revuelvo
porque me había olvidado
todo menos tu nombre

camino de regreso
me llevó
a la tormenta

vos eras
calor
tierra nueva
húmeda

y luego yo fui
hambre
sangre
olvido

y ahora
solo quedan
preguntas
que nacen
de una respuesta
pactada
preguntas
que solo
flotan
pero bien saben
agitar mares.

Ayer Cambió


Llegamos tarde
llegamos después
pero justo a tiempo

no nos esperaba nadie 

ni nosotros
pero nos encontramos

yo llegué con mis lunas

mis sombras y mis ríos
vos llegaste con tus amaneceres
tus pájaros y tus soles

la melodía que cantaron

tus fieles adiestrados
hicieron fluír corriente abajo
mis murallas de piedra

mis aguas calmas

acariciaron tus cimas empinadas
para que llegaras al final
y abrieras tus alas

tus espejitos de luz

llenaron mis rincones
y colorearon mis esperanzas
hicieron brillar mi alma

escondí en tu pupila un deseo

vos tallaste en mi cara un oyuelo
mientras que a la vez ambos enterramos
nuestros muertos lejos

inventamos un chiste del pasado

y todavía nos reímos
del mundo que no nos esperaba
pero igual llegamos

nadie sabía que ibamos a venir

llegamos justo a tiempo
nadie sabe si nos vamos a ir
desvirtuamos el tiempo.

El pájaro y la piedra



                                                                            “El amor no tiene cura… y es eterno mientras dura”
                                                                                              Joaquín Sabina &  Joan Manuel Serrat




 Para Fer






Había una vez una coneja. Su nombre era Anny, y era blanca como la luz que desprende la flor del Jazmín, y tan suave como la ternura que esconde un pétalo de rosa. Sin embargo, se sentía desdichada. Sus ojos, de color carmín, enviaban una sensación de mal augurio a los demás animales, y ella percibía a estos como una maldición, parecida a la de Caín, y se sentía invitada a caminar por aquellos caminos de eterna soledad, despojada de su esperanza.
                                             
Anny solía pasar su tiempo con los hermanos Adem, que eran puerco espines. Le fascinaba la idea de bailar con ellos y su familia la danza característica de su especie, aunque esto siempre terminaba por traerle más desgracias que alegrías. Así fue que un día, por mero descuido, se vio afectada en una pierna, lo cuál le imposibilitó salir por varias semanas.
Aquellos días se volvieron eternos. La pobre coneja no recibió ni una visita, y abandonó la idea de salir de su refugio. Ya no tenía sentido caminar, no tenía a quién visitar, ni de quién huir. Se sentía atrapada bajo su propio pelaje.

No obstante, una mañana de Abril, escuchó cantar a un Jilguero. Su melodía arrasadora, le conmovió su corazón hasta lo más íntimo, y decidió entonces salir a espectar al maravilloso compositor. Una vez fuera, cuando logró localizarlo entre las ramas de un sauce, el jilguero ya había cesado de cantar. Poseída bajo un impulso repentino, le habló a media voz:

-         Querido Jilguero, que tan desenvuelto expresas tu pena, grande es el obsequio que me has otorgado al hacer sonar tu voz. ¿Por qué te has detenido?
Perplejo, el jilguero, que solo se creía, miró a su espectadora y le dijo:
-         No era consciente de su presencia. Me he detenido porque ya no le quedaban más notas a mi canción
-         Era muy hermosa – repuso Anny- ¿Quisiera cantarla una vez más para mí?
-         Hoy no podrá ser. Temo perder mi energía al entonar mi canción, y quedarme sin fuerzas para volar después. Pero gustoso volveré mañana y se la cantaré una vez más, si es que así lo desea.
-         Será fantástico – contestó con entusiasmo la coneja- ¿Podría saber su nombre?
-         Me llamo Franco, soy el Jilguero de las Islas Canarias. ¿Y usted?
-         Anny.
-         Muy bien Anny, nos veremos por aquí pronto entonces. Ahora debo partir.
-         Hasta mañana Franco.
-         Adiós

Y al pronunciar esas últimas palabras, retomó el vuelo y se fundió en el cielo.
Anny se volvió a su casa, para su sorpresa, con ciertos indicios de felicidad. En aquel momento se lo negó así misma, pero el inesperado encuentro había encendido en ella un fuego olvidado, pequeño y frágil en un primer instante, pero vivo al fin.

A la mañana siguiente, el jilguero Franco se presentó tal y como lo había acordado, y entonando sin falta su canción. La coneja se incorporó velozmente y acudió a su encuentro. Estaba disfrutando de la melancolía que recitaba Franco, hasta que, imprevisiblemente, al llegar al final de la misma, este se desplomó en el suelo súbitamente. Disparada como un rayo salió en su busca, y lo encontró sentado contra el sauce. Su atención no pudo evitar recaer en un piolín que colgaba de su pata, al que estaba sujeto una piedra. Una vez de pie, sobraron las miradas para dar un entendimiento. Ni el pájaro quería hablar de eso, ni la coneja lo incomodaría con preguntas.

 Poco a poco, contando los amaneceres, el jilguero fue vocalizando su canción, aunque con los días, se podía notar en su ánimo un pequeño desliz. Aunque sintiera su pena recorrer cada rincón de su plumaje, la monotonía acabaría por dejarlo desnudo. Mientras tanto, Anny había vuelto a salir con más frecuencia de su pequeño refugio y se la veía recorrer los prados a un paso ligero, de flor en flor. Empero, sin previo aviso, Franco se ausentó por ocho días, en los que Anny volvió a sentir como la invadía un sentimiento de orfandad, donde las paredes se volvían más grandes, y levantarse le costaba más. No la despertaba ya su amigo cantando, y para el fin del período había vuelto a dejarse ganar por la pesadumbre y no salía a recorrer los pastizales.
Me contaron los arbustos que fue una mañana de primavera la que sorprendió a Anny con un narciso inesperado. Sus matices amarillos le iluminaron el rostro, y tiñeron su día con sabor a budín de banana, esa flor significó para ella una razón para tener un día feliz, era una razón simple, una razón honesta.
Sus días fueron mejorando poco a poco.  Cada mañana recibía un narciso nuevo mientras su incertidumbre crecía ¿Quién sería el autor de semejante gesto? Pensó en muchas cosas, pensó en la casualidad, pensó en el Señor, en sus amigos y vecinos. Finalmente llegó a la conclusión, de que si era algo que le traía alegría a su corazón, definitivamente debía provenir de su amigo el jilguero. Por lo tanto,  al día siguiente se levantó más temprano de lo previsto para verlo llegar… se vio decepcionada, no vio llegar a Franco ni a la flor. Sin embargo, la noche la esperó con un telón de sorpresa. Escuchó un ruido fuera de su refugio, y al salir se encontró con las zanahorias más grandes y sabrosas que ningún conejo había visto jamás.
La sorpresa de las zanahorias siguió un tiempo más, como la de los narcisos, pero también cesó. Dos días hicieron falta para que el corazón de Anny diera un vuelco, inesperadamente vio a Franco cruzar el cielo volando…

Tibios, fueron golpes tibios como el té. Que se pronunciaban dulcemente como la miel, porque eran palabras de amor, melodías que cantó el jilguero, que a duras penas le salió la voz.
Y la coneja salió, medio saltando, y lo vio, parado el jilguero sobre la rama. Pequeño, menudo; blanco, marrón y negro. Rojo su rostro, y blanco su pico, y los dichos pronunciados, que tienen el color que queres vos, dijeron:

- Nueve de mis días los pasé juntando los mejores motivos que encontré, te traje durante nueve días los mejores narcisos que encontré, pues temía que te olvidaras, y abandonaras tu ser. Si no tenías fuerza para existir, no podría alegrarme yo de verte ir… nueve días más pasé buscándote la mejor comida que pude encontrar, yéndome a prados lejanos, de los que pocos han oído hablar. Quería que tuvieras refuerzos de energía, para que tuvieras fuerza…y que eligieras, una vez más y con cada día, volver a respirar.
No obstante, todos estos días fueron torturas eternas, me condenaba el mero hecho de que quizás no alcanzase con todo esto, me aterraba no poder crear razones suficientes para vos misma, ni las pertinentes… de esas que sirven para enamorar.

Y Anny se sintió tocar el sol, y empezó a bailar con las nubes, y con la lluvia, las estrellas y el aire. Se movía como el viento, y saltaba, saltaba por todos lados. Incluso cuando estaba quieta saltaba, porque su mente no paraba de volar. Y agarraba el aeroplano y planeaba, mil y un ideas, mil y un inventos, mil y un historias, mil y un grullas de papel que se queman y hacen arte y suspiran pasión. Anny se enamoró, se enamoró del jilguero, y los puerco-espines y los arbustos la veían reírse de lo gracioso que se veía un pájaro con un conejo caminando juntos, y su risa atrajo a muchos animalitos, que empezaron a pasar más tiempo con ellos, porque a todos les gusta reír.

 ¿Cuál es el sentido de amar con medidas? De callarse, volverse invisible para así esperar en silencio.Nada es lo que perdemos, porque nada es lo que poseemos; y ahí, en aquel secreto, se esconde la incertidumbre. Muchas veces nos carcome, nos dice " no es tuyo el pájaro, ni eterna la flor" y nos hace temer, nos paraliza. Luego observamos con inocentes ojos nuestro tesoro y descubrimos, en un rincón oculto, en la vitrina del ojo, nuestra fragilidad. Y aún así, hechos de arcilla, nos acercamos al fuego, nos exponemos para arder y consumirnos, porque sólo así nos sentimos vivos.
Así fue que, Anny un día le preguntó a Franco, por qué no la dejaba desatar el piolín, ella tenía dos manos y estaba segura de que podría hacerlo muy bien. Él le explico que no podía volar sin un peso en la pata, ya que si bien el actual le ocasionaba un desequilibrio importante, también se lo ocasionaría la ausencia total.
“Entonces es sólo cuestión de reemplazar esa roca negra como el carbón por otra, más liviana, quién sabe, quizás con desminuir el tamaño un poco… podríamos probar”

“No es tan simple” Dijo el jilguero, y sus ojos se nublaron, y la coneja sintió como se desplazaba del presente y se iba lejos, en una dirección desconocida. Se remontaba al pasado, y parecía no volver, parecía debilitarse.
Aún así, aunque a las palabras les costaba deslizarse por la garganta, aunque a veces empujarlas y escupirlas estrepitosamente causara dolor, ambos sabían que no había mejor camino.

Ahora lo sabía. Sabía que esa piedra era mucho más que un trozo de tierra. Sabía que era una piedra densa, cargada de remordimientos, una piedra colmada de culpa. Una piedra que al mirarla, le producía una fricción a Franco en el pecho, una piedra que llevaba a todas partes, de la que no se podía deshacer, desentender, y que con el tiempo, cuando ya no tuviera más su jovial espíritu, terminaría por devolverlo al suelo.

Anny sintió la necesidad de hacer algo. El jilguero le había dado fuerza, la había alimentado, le había recordado como sonreír. Entonces, como si se fuera de viaje, empacó lo mejor de sí. En una pequeña caja, metió sábanas tejidas de sueños, botellitas de profundos deseos. Metió vestidos de esperanza, libros de paciencia, recetas de sonrisas. Guardó sombras de lágrimas y luces de enseñanzas. Por último, en la caja, acomodó lo más íntimo de sí: un par de medias blancas. Y supo (porque son muy pocas las personas que merecen las medias blancas de un conejo) que de esta forma Franco nunca olvidaría que es especial.

Fue así, que el jilguero Franco de las Islas Canarias, anda con un piolín y una caja, libre de volar sobre las casas, perseguir primaveras y mirar puestas de soles, y sabe, no importa cuál sea el horizonte, que nunca se encuentra solo. Que es dueño de un par de medias blancas, de una coneja llamada Anny. Que esas medias con la llave del refugio de su sonrisa, la excusa perfecta para el consuelo de un abrazo, y la inteligencia infinita de aquel que comprende, más allá de las palabras.

Consigna nº3: Componer una autobiografía en primera o tercera persona.

Así como pulgarcito nació y se encontró con un mundo inmensamente grande comparado a su tamaño, así me sucedió a mí, sólo que yo, soy mujer. Siempre dije que el tiempo me dejó de lado y siguió su carrera delante de mí por, mínimo, 10 años, que no es sino, la diferencia de edad entre mi hermano más joven y yo. Prontamente fui creciendo como una niña tranquila y risueña, flexible y dada. Y en momentos como ahora me doy cuenta de lo diferente que se ve el mundo cunado se tiene inocencia. Yo solía tener un rulo por cada sonrisa, y ahora juraría que tengo uno por cada problema.


En ese entonces yo creía en los ángeles, y cuando se murió mi abuelo y me trajeron a mi nuevo mejor amigo, no podía pensar que fuera otra cosa. En verdad al principio era lo más parecido a un pony que podía encontrar, aunque con el tiempo terminó siendo mucho más humano que otros, mejor amigo que cualquiera y mi hermano más cercano. Me acuerdo también que entonces me gustaba la sirenita porque hacía natación y ella también era la más chica de muchas hermanas y tenía a su mejor amigo que no era como ella, que era un pez. Y estas cosas pequeñas, que hoy a cualquiera le resultan detalles insignificantes, en su momento fueron suficientes como para crear un mundo entero, que me alcanzaba y me hacía feliz. Él hacía que todo me bastara, porque sólo él se quedó callado y me escuchó durante horas, nunca se ausentó en aquellas noches que yo creía morir, y nunca me recriminó ser como era. No, nunca se enojó conmigo. Y a partir de aquí empieza el desconcierto, porque cuando dio su último suspiro después de once años juntos, mi mundo se desarticuló. Bueno, en verdad se venía cayendo a pedazos desde hacía tiempo, pero fue el impacto. Uno se acostumbra a ver como se gastan las torres de los castillos, pero cuando se cae la construcción entera, sólo advertimos aquél hecho. Ya no tenemos el consuelo de que al menos una parte sigue en pie. Es más, agregaré sin querer ser redundante, pero en varios momentos sentí morir dentro de mí pedazos de mi ser, ¿o de mi inocencia? En fin, que algo se quebraba en mil pedazos y que ya era muy tarde para volver a armar.



Me pongo triste, no encuentro sentido. “Nací un dos de enero de 1996”. Pero me temo que ni el dos, ni el uno, ni el seis o el nueve dicen nada sobre mí. Y que si tengo 16 años, y que si mido, y que si peso, y no. Porque todo lo fáctico, numérico y temporal no tienen relación alguna con mi persona. Las cosas esenciales, esas cosas que nunca se escriben en los libros, que las personas nunca saben de los otros. Por ejemplo ¿Cuál sería el color favorito de Storni? ¿Qué animal le gustaba más al chico con el que salías? Y sí, importa, importa muchísimo, pensar que si no fuera por cosas esenciales de este tipo, el zorro hoy en día no se acordaría del principito cuando viera campos de trigo. No se pueden crear puentes o lazos con números y fechas, y qué seríamos, qué escribiríamos en nuestra autobiografía, si alguien no nos hubiera domesticado, si no nos hubieran dejado una huella, mostrado otro camino. Si no nos relacionamos con los demás, aunque sea una sola persona, si no lo hacemos en profundidad terminamos conociendo muy poco de nosotros mismos.



Entonces, si ustedes fueran y le preguntaran a mi perro como hablaría de mí, él seguro que contestaría algo como “Le gustaba mucho el chocolate pero no si era un gusto de helado, y a mí me gustaba mucho como ella me acariciaba y me cuidaba. Un día se puso triste, y a ese le siguieron muchos más. Yo pensaba que se había lastimado y la besaba todo el tiempo porque sabía que así se sanaba heridas. Creo que no bastó. Y sin embargo yo sólo comprendí en ella su soledad, yo sólo entendía que era ser diferente a los demás… como más bajitos, pero en muchos sentidos. No tenía la capacidad de decirle nada, pero con los ojos le dije mil veces que la quería”.

Luego de tan fúnebre acontecimiento, me fui, me alejé mentalmente de todos y pronto me encontré caminando por lugares insospechados, lugares rotos. Y no faltó más que una brazada para encontrarme pronto en medio de una guerra.



Ridículamente, porque eso soy, ridícula, me puse a agitar una espada que terminó por herirme más veces a mí misma que al enemigo. Y qué desolación que fue tomar conciencia de que no tenía, ni siquiera un pony que me llevara de vuelta a casa. Lamentablemente, hasta que fue considerablemente tarde, no me di cuenta de que no existía tal cosa como un enemigo, que yo no era soldado, que mi vida de repente se había vuelto un absurdo… que podía evitarlo.



Así fue como tiré la espada. Así fue como me deshice de mi cola de pez. Y así es como hoy tengo cicatrices de guerra, y de vez en cuando me ahogo sin necesidad de no respirar aire.
Me perdí en el tiempo. Yo estaba ahí con mis ojos, contemplando a las personas hablar. Las palabras brotaban de sus labios como brotan las flores de las plantas, pero aceleradamente, crecían sin escrúpulos, deformandose y volviendose a unir, formando un paisaje, que estaba eternamente condenado. Y aquellos mismos ojos, con los que veía a las personas pasar, con los que descubría nuevas cosas, se encontraron pronto aquí, flotando en una oscuridad que esconde demasiadas cosas. No las comprendo, y dudo que ellas me comprendan a mí. Estoy aquí con mi cuerpo, recorriendo este espacio, en el que no encuentro ningún sentido. Eso me produce ganas de huír y a la vez de permanecer, porque quizás no haya vuelta atrás. Entonces vuelvo al presente, al ahora. Siento mi cuerpo, la sangre que late, las venas que lo recorren, los huesos que lo mantienen...esto será difícil de entender para ustedes, pero mi cuerpo está inerte. Ese es el misterio más grande que refugian mis capas y capas de piel. Se acostumbró al hombre a pensar que la vida se originaba y mantenía a base de oxígeno y un corazón que late. Cuando mi alma murió en aquel cuarto, no solo mi cuerpo se quedó inerte, el tiempo se dislocó y se fundió a mi alrededor como la cascada de un río. De aquel río que cae con furia, arrebatenle un instante, en el que se presencia el movimiento aunque este no existe, ese es el espacio y las gotas son mi cuerpo. Me presento aquí como un diario, como una hoja que solía ser virgen y la cual han arrugado. Esas palabras que brotaban desesperadamente de los pétalos quisieron plasmarse en mi piel. El resultado no fue más que unos cuantos garabatos y otros tantos borrones de tinta.



¿Cuál es el sentido de amar con medidas? De callarse, volverse invisible para así esperar en silencio ¿Acaso no se trata de eso? Esperar, mientras se te gasta la vida, que te quieran igual. Nada es lo que perdemos, porque nada es lo que poseemos; y ahí, en aquel secreto, se esconde la incertidumbre. Muchas veces nos carcome, nos dice " no es tuyo el pájaro, ni eterna la flor" y nos hace temer, nos paraliza. Luego observamos con inocentes ojos nuestro tesoro y descubrimos, en un rincón oculto, en la vitrina del ojo, nuestra fragilidad. Y aún así, echos de arcilla, nos acercamos al fuego, nos exponemos para arder y consumirnos, porque sólo así nos sentimos vivos.

Muñeca de Trapo

Una tenue luz retrata,
El dormitorio de una niña acompañada,
De su más fiel artilugio,
Cubierto de escarlata.

Sueños de lata,
Y pedazos de algodón relatan,
Los frustrados intentos
Que con alfileres trata
De remendar su ilusión,
Aunque solo fracasa.

Ella teje palabras de arrepentimiento,
Y no entiende como dejó
Que todo acabara tan mal.
Su muñeca de trapo
Descansa con soslayo sobre su falda,
Raída y enmarañada
Colmó de culpa,
Toda su alocución.

La mira con desdén
Y sin mucho esfuerzo,
Encuentra por doquier
Sus prendas rasgadas,
Y sus muñecas razguñadas.

Ella luce un vestido gris,
Repleto de inocencia,
Sostiene en la mano izquierda,
El bisturí
Y con tristeza mide,
Su desesperada imprudencia.

Aclama contra el viento,
Su veredicto de nobleza,
Y con sus diminutas manos
Se empeña en paralizar
La condena.

Entonces su reflejo,
En aquel abandonado espejo,
Le muestra su más viejo temor.
Trata de ahogarlo con lágrimas,
Y niega a toda costa
Que alguna vez creció.

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