Mientras tus raíces arden mis pétalos.
Tu distancia,
Penuria mía,
Puso baches de luna,
En mi jardín de lentejuelas,
Abrió la llave de paso,
De mi reloj de arena.
Y el olvido que me apresó
Esfumó todo rastro de habernos querido.
En aquellos tiempos,
Cuando bajábamos la bandera blanca,
Del municipio de la razón,
Y nos jugábamos a creer fielmente,
En los disparos del corazón;
En aquellas selvas del ayer,
Di por perdidos muchos más de los tesoros,
Que alguna vez gané.
Y qué te importa si ahora,
Mi melancolía huele a tango viejo.
Y qué te importa a ti mi pena,
Si yo misma rompí tus cadenas,
Alentándote efusivamente a volar.
Si ahora usas tus brazos para abatir,
Y ya no me puedes cubrir,
No me queda más que dejar,
Lentamente caer el ocaso,
Junto con los días perpetuados.
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