Llegué a lo de Lucas tarde, porque me entretuve (como siempre) en casa. Di una, dos, tres vueltas alrededor del departamento, ordenando cosas insensatas, regando plantas muertas. Salí con la bici y en la esquina vi, intermitente, el cartel de la ferretería que lleva el nombre de ella: VALE. Las cuadras se sucedieron con la gracia de un atardecer a tono y cuando entré Susy y Shock saltaron a recibirme. Prendí un cigarrillo y me acosté en la cama. Ro y Vi se vistieron de Lucas y Lucas armó la mochila para irse. Estábamos hablando sobre la importancia de abortar a la familia con o sin causales. Tiempo atrás habíamos acordado ser les padres de nuestros padres y madres de nuestras madres, pero no. Lucas se va a dormir a lo del novio, nos despide con un abrazo. Quedamos Vicky, Ro, Susy, Shock y yo. Les primeres dos salen a fumar un cigarrillo al balcón que está a seis pasos de la cama. Me quedo echada, rendida. Susy y shock juegan alrededor de mi mochila de cuero nueva, que es su descubrimiento. Yo les miro con una atención que me acerca a su intuición felina y pienso que ni bien se les ocurra afilarse las uñas ahí les bajo de una patada. Ro se saca selfies para mandarle a su novia, mientras discutimos sobre si presentar o no a tu pareja actual a la familia y porqué algunes madres aclaran que no les interesa el vínculo amoroso de su hije gay, como si fuera una parte desechable de nuestras vidas.
Susy, que es Susy porque tiene una mancha blanca en la nariz (tuve que preguntarlo) le caza la cola a Shock. Se persiguen y se miden a lo largo de la cocina, que está a 10 pasos de la cama, con un sigilo propio de su raza: la de los ninjas. Entonces me acuerdo que ella me decía que tener una relación de amor libre era como tener dos gatos y que yo no sabía entender metáforas. Yo miro a les gates y pienso que Susy sabe de la existencia de Shock y que se llevan muy bien juntes, casi mejor que con Lucas, que es quien les tiene, y que habría que re-pensar eso de quién tiene a quién y si podemos hablar de tenencia en el amor libre. Vicky habla de la cosificación y la importancia del lenguaje (para mí ella es como una hermana) y mirando el techo me pregunto a quién mierda se le ocurre ponerle VALE a una ferretería, además de cuántas cosas hay que no notamos hasta que se terminan, como esto de los carteles o esto otro del pensamiento nefasto que se reproduce en las afirmaciones.
La novia de Vi llega en un rato pero nos morimos de sueño y decidimos abandonar el depto antes. Agarro la bici y me inundo de esa sensación que sólo otorga el transporte autogestivo. Cada pedaleada, cada parada y vuelta a arrancar, en el frío, en la noche, para volver a casa.

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