Tengo todo y nada.


No todos tenemos la oportunidad de elegir. A veces el destino nos juega en contra.
Las decisiones nunca fueron cosa fácil, tal vez el peso se hace más liviano cuándo tenemos con quién contar. Pero él tenía apenas doce años y estaba solo, abandonado. Él eligió la avaricia, el egoísmo. Fue su inconsciente el que lo sacó adelante, fue su espíritu competitivo el que lo insitó a seguir tratando.
Fue inmenso el tiempo que esperó para salir de aquél almacén, vivió interminables mañanas, y cansadoras tardes, en las que lo único que realmente quería era tirarse, dejarse morir.
Pero una voz le seguía hablando... lo seguía persuadiendo.
Quizás, sin esa voz, no habría llegado a ser el magnante financiero que es hoy, ahora, en este momento.
Puede que su pobreza se haya ido, pero su pasado es su sombra y la lleva con él a todas partes.
No digo que esté mal luchar por seguir viviendo, pero hay vacíos que no se llenan ni con dinero, ni con triunfos.
Estaba de vuelta en ese almacén, con un billete, pero sin ningún amor.

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