Bola de estambre

Acurrucada en tu pecho,
Escucho el compás de tus latidos,
Y con cada suspiro,
Siento más lejana,
Mi condena impuesta,
De llevar atada,
La señora Soledad.

Miras mis ojos encandilados,
Y te frustra no poder descifrar,
Todos los misterios ocultos detrás.
Cada vez que camino,
Dejo espigas al pasar,
Sé que llevo un paso lento,
Pero te seduce cuando te detienes a observar.

Solo tengo una caja de arena,
Y un tazón de leche,
Que sueles llenar.
Espero sigilosamente siempre
Por si se aparece la oportunidad,
De que mis garras te aferren,
Lo suficientemente fuerte,
Para que no te puedas escapar.

En cuanto a desapariciones,
No soy quién para reprochar.
Mantengo mi pelaje limpio,
En caso de que me lo quieras quitar.

A veces en las noches,
Suelo cantar un Jazz,
Y entre maullos,
Se escucha un ronroneo,
De muerte en oscuridad.

No soy aquella criatura indispensable,
Pero cuento con mis orejas si deseas hablar.
Aunque no prometo siempre darte,
La respuesta que tanto buscas.
La sinceridad de mis labios,
Suele percibirse con frialdad,
Le gusta salir a menudo,
Y a veces,
Sin avisar.

No hay comentarios:

Seguidores