Consigna Número 11: A partir de las preguntas y respuestas de la Consigna Número 10 elaborar un texto literario

¿Para qué queremos sonreír? A veces escucho que muchos dicen "para ser fuertes" "para ser felices". Pobres demonios que se consumen en su propia ignorancia de una falsedad iminente. Si sonreímos es porque la sonrisa es demasiado fuerte como para contenerla. No tiene una función, no tiene un para qué. Es un fin, feliz, en sí misma, se termina con el gesto, se prolonga en el impacto. Esta respuesta es típica de las personas -o más bien, de estos tristes demonios- que aman la aventura del mar y sus horizontes, pero lo enfrentan en una canoa, bordeando los abismos naturales que posee la vida en su mirada.
Todos añoramos los tiempos aquellos, donde no hacía falta más que una escalera, para trepar a los escondites lejanos que se esconden en las copas de los árboles disfrazados con risas de niño; para revivir aquel frenesí loco, que nos tenía expectantes y alegres. Tiempos aquellos donde abundaban las sonrisas. Así como el agua se mueve porque es la única que escucha la melodía que cantan los segundos y se mueve a su compás; deberíamos dejar la pesada melancolía que arrastra este tango viejo, y salir a encontrar los frutos que ofrecen los obstáculos y esta nueva vida de crecimiento. Sí, hay que salir a vivir, para así descubrir, día a día, nuevas y delirantes razones, que en nuestra experiencia propia comprueben la irrefutable e innegable gracia que nos otorgó la vida al transitar el camino de nuestras venas. Quizás deberíamos hacerle caso a nuestros ojos, que se mueven persiguiendo realidades. O quizás justamente allí está el error del ser humano, que mucho ve, pero poco oye, y mucho se olvida de sentir. Si escuchásemos nuestra propia voz todo el tiempo, nuestro eco, solo revolveríamos fantasmas, retrazos de un espejo roto. Escuchar la voz de otros es conocer nuevos mundos, nuevos horizontes. Es dividir pasados para sumar un futuro. Es hacer una guerra de ideas para forjar un edificio culto. Escuchar es ver en el otro lo que nos sobra, lo que nos falta, y lo mejor de nosotros.
De todas formas, aun así sonriendo, aun así viendo y escuchando, todo estaría perdido si no amásemos. El humano -tanto como el demonio- debe amar para sentir que la vida no le aprieta tanto, que el dolor tirnr fecha de vencimiento, que no tiene que estar solo, que puede elegir, que puede vencer y fracasar, que puede porque poder es amar y sirve hasta para con el tiempo, de tanto amar lo bello, apender a amar aquello que más se aborrece. Que se ve a fuera y se tiene dentro. Amar para poder existir, para estar tranquilo que hay algo que vence, que es más fuerte y que no se acaba.

Todos escribimos por distintas razones. Algunos escriben para hacer serenatas de amor, para seducir. Otros escriben para descargarse, para plasmar sus ideas. Otros escriben para no olvidarse de descubrimientos, de metas personales. Pero al final, todos terminamos escribiendo, para sacar nuestros demonios de adentro.

No hay comentarios:

Seguidores