Más gente linda.

Nosotros, los que no pretendemos llenar los vacíos con absurdos rituales, comprendemos la importancia de las palabras. Y cual soñador que persigue su sueño nos embarcamos con nuestro pequeño velero afrontando las mareas que propone cada nuevo día. Y con ver la pupila ya vemos el ojo y proyectamos la mirada, mientras que en el ritmo de los labios captamos la intención. Comprendemos la jauría de flechas que lanza el primer atisbo de soledad porque nos pasamos la vida dibujando las sombras que arrastran sus maltrechos cuerpos. No me malinterpreten. No se atrevan a pintar de un mismo color todas mis intenciones. Nuestras manos saben bien recrear las comisuras de los labios, las sonrisas bailando y la danza silenciosa o chirriante de la alegría profunda.
Son ustedes, y nada más que ustedes, los que renuncian a la luz, los que se apagan sin intentar, los que se sientan a observar y aún así no logran formar parte del paisaje, los que no fluyen, los que son una tendencia que sigue a otra tendencia, los que no brotan espontáneamente del pensamiento mismo ni de las ganas, ni de la vida ni del sentir, los que no son auténticos, los que nunca hablan de pureza, los que no se permiten vivir en la incertidumbre, los que no se permiten mirar al abismo que cuelga de un hilo dentro de sus entrañas y niegan su maravillosa posibilidad de ser. Ustedes, y nada más que ustedes con sus débiles esfuerzos y perennes intentos de vivir, ustedes los débiles que sucumben ante su humana estupidez, su humana inclinación a no cumplir y no exigirse las más altas exquisiteces de intelectualidad y grandeza humana,
Todos ustedes, malditos cobardes, son los que vuelven a este mundo tan banal, tan asquerosamente rutinario y burgués. 
Todos ustedes, juntos y amuchados, amontonados en masas amorfas y mediocres, aún así, no pueden hacer que el corazón deje de palpitar. No pueden hacer que el corazón deje de correr. Por sobre todo, hoy necesitamos de gente que nunca deje de sentir, necesitamos gente que sienta mucho, que sienta en profundidad. Gente a la que la injusticia le cale hasta los huesos, le cale la piel y le pinche el alma. Gente que no le tenga miedo al cambio, que se anime a jugarlo todo y no vea como posible otra opción. Gente que entienda los problemas más allá de las personas y a las personas más allá de los problemas.

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